Esta historia que me gustaría compartirla con ustedes tiene mucho de real, es algo que está sucediendo en el mundo y en especial en la Tierra de Israel.
Los eventos que vivimos diariamente nos llevan a pensar en temas que nos intrigan... ¿Y ahora qué mas tiene que pasar, por qué esta sucediendo todo esto, dónde está la seguridad que los líderes nos prometieron por tanto tiempo, etc.? Estamos casi a un año del comienzo de esta terrible guerra y lamentablemente no vemos aún el final.
Hay llamados de atención y alertas en todo el mundo, catástrofes naturales, guerras, atentados…
HaShem nos está mostrando algo, y muchos se preguntan ¿qué tiene esto que ver conmigo, por qué justo en esta época suceden este tipo de desgracias?
La historia es la siguiente: Se trata de un estudiante universitario que estaba haciendo su doctorado en ingeniería química.
Desde el 7 de Octubre la rutina de vida le cambió, la tranquilidad que tenía para preparar sus exámenes quedo atrás, varios compañeros y profesores están combatiendo en el frente, llegar a la facultad ya no es tan fácil y a veces se dificulta por las manifestaciones en Tel Aviv que cortan el trafico, una que otra huelga, y su doctorado se esta postergando…
Nuestro protagonista salió un poco de su tema, la química. Los eventos lo condujeron a hacerse algunas preguntas sobre su carrera, su vida y sus expectativas; comenzó a tener dudas, preguntas existenciales que a menudo lo acosaban quitándole la tranquilidad y el sueño. Trató de buscar ayuda con sus compañeros, pero recibió la siguiente respuesta: “no te preocupes, a todos nosotros nos esta pasando lo mismo en estos días turbulentos”…
Como muchas otras veces entró en la biblioteca, un silencio aterrador, le costaba entender que el mismo lugar lo había cobijado muchas veces en sus investigaciones, pero hoy era distinto, no se sentía cómodo. Se levantó para salir en dirección a la cafetería, tal vez por primera vez se paró delante de la cartelera, en ella habían varios avisos personales, venta de cosas usadas, clases de instrumentos y…
En eso se paro frente a un panfleto que le llamó la atención “Te podemos ayudar en estos días difíciles” “Como abordar esta época de tensión y continuar con tu carrera”
Le pareció interesante pero... ¿Quién sabe quienes lo patrocinan, quién da las clases?
No tenía nada que perder, se anotó y un par de días después llegó a la clase. El lugar era grande, al parecer esperaban mucha gente, pero para su sorpresa, solo eran 5 mas el locutor.
Después de una hora mas o menos cuando concluyó la “clase” algunos se acercaron al conferencista para hacer alguna pregunta sobre el tema y después de unos minutos comenzaron a salir, pero el se quedó un poco mas conversando amenamente.
Trataron algunos temas particulares que tenía guardadas por mucho tiempo en su “estomago”.
Antes de salir, el profesor le preguntó que opinaba de la charla. La verdad, le contestó, vi una perspectiva completamente distinta, nunca me había enfocado con la visión judía del problema, y me gustaría seguir desarrollando este planteamiento. El locutor entusiasmado le dijo: ¡quedas invitado!, este es mi numero de teléfono, ¡llámame cuando quieras!
Después de varias charlas, entró en una nueva etapa, se juntaba de vez en cuando con este “conferencista”, comenzó a conocerlo con mas detalles, era una persona observante, un rabino, pero no como los que había conocido antes. Conversaron sobre sus dudas, sobre la fe, sobre la función y la esencia del judío en este mundo.
En uno de estos encuentros en la casa del Rav, continuaron la conversación hasta muy tarde, y el Rav le ofreció llevarlo en su auto a Tel Aviv donde el joven vivía.
Bastante tarde a medianoche, pasaron con el auto frente a la Yeshivá de Ponievitz, una gran construcción en Benei Brak, nuestro joven se asombró mucho al ver semejante edificio totalmente iluminado tan tarde en la noche. “¿Acaso no es una pena despilfarrar tanta electricidad?” y su pregunta era por curiosidad verdadera, ¿por qué no apagan allí las luces de noche?, Tienes razón le contestó, te invito a hacer algo productivo, ¡subamos a apagar las luces!, estacionaron el auto y subieron por las escaleras al salón de la Yeshivá, el asombro que le causó esta visión no se le olvidará de su memoria toda la vida. Había pasado la medianoche, y mientras todo el mundo estaba en sus camas durmiendo profundamente, acá cientos de alumnos discutían en parejas sus estudios talmúdicos enérgicamente y la voz de la Torá resonaba fuertemente en este gran salón de estudios.
El nunca había visto ni se imaginó que existía algo como esto en todo el mundo. Se quedó parado mas de una hora en un asombro total, contemplando y al mismo tiempo recordándose del siniestro silencio de la biblioteca de la facultad. Cuando el rabino se le acercó, le dijo casi llorando, “no me puedo desconectar de esta maravillosa y electrificante experiencia”.
Al salir del Beit HaMidrash con el Aron Hakodesh dorado y comentó, “no solo que nunca vi algo así, estoy seguro que cada uno de los jóvenes que están sentado discutiendo animadamente su pagina de Talmud no tienen preguntas existenciales como yo las tengo. Ellos están llenos de fe y seguridad de que es HaShem Quien maneja el mundo. Estoy seguro que esto vale mas que mil charlas y terapias, siento que encontré un mundo que vale la pena.”
De ahí en adelante, sus pensamientos cambiaron de rumbo, sabía que su doctorado no era mas que un medio para ganarse la vida, pero su verdadera vida quería hacerla en ese salón iluminado hasta altas horas de la noche, compartiendo con sus compañeros las enseñanzas de la Torá.