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La felicidad

El secreto de la felicidad

Pregúntale a cualquier persona: "¿Qué preferirías ser: rico o feliz?". Casi todo el mundo te contestará: "Preferiría ser feliz". Entonces, hazle el siguiente ofrecimiento: En 15 minutos te enseñaré el secreto d
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Pregúntale a cualquier persona:

"¿Qué preferirías ser: rico o feliz?".
Casi todo el mundo te contestará:

"Preferiría ser feliz".


Entonces, hazle el siguiente ofrecimiento: En 15 minutos te enseñaré el secreto de la felicidad, pero con una condición. Si tú estarás de acuerdo que lo que te estoy por enseñar es verdaderamente el secreto de la felicidad, entonces enseñarás este secreto, con esta misma condición, a dos personas por semana durante las próximas 10 semanas, y si 4 personas se niegan a aceptar tu ofrecimiento esa semana, tú has cumplido con tu responsabilidad.


¿Hacemos el trato? Muy bien.

Dos Conceptos Erróneos

Antes de compartir el secreto de la felicidad contigo, debemos deshacernos de dos conceptos erróneos.

1. Es posible aprender cómo ser feliz, convencerse de que estas herramientas funcionarán y no hacer nada al respecto. Esto es porque aprender cualquier habilidad requiere esfuerzo y un poco de incomodidad. No existe una poción mágica. Entonces, no asumas erróneamente que sólo por el hecho de que tú no puedes llevar algo a cabo, significa que no lo creas. Tú puedes pensar que funcionará, pero de todas maneras tendrás vagancia.


2. Frecuentemente, la gente piensa que el secreto de la felicidad debe ser un oculto misterio cabalístico o una exótica actividad. La verdad es que es simple y fácil de entender. Es algo que todo el mundo conoce pero no se le presta atención.

Ahora el Secreto

Imagínate que estás parado en el piso 70 del Empire State Building y de repente un hombre abre la ventana y dice que se va a tirar de allí.

Tú le gritas: "Deténte, no lo hagas!".

"Si tratas de impedirme que salte, te llevaré conmigo!" - él te contesta.

Tú observas a este hombre que mide 1 metro 95 y pesa 130 kilos. Entonces le dices: "No te preocupes. Que tengas un buen viaje. ¿Algún mensaje final? ¿Quizás hay alguien con quien quieres que me contacte?".

Él dice: "Pareces ser una persona inteligente y amigable. Te daré 15 minutos para que trates de persuadirme de que no salte. Pero primero, déjame contarte mis problemas para que entiendas por qué yo quiero saltar".

Por horas escuchas las tragedias y desgracias más terribles que jamás has oído en toda tu vida. Y llegando al final tus ojos ya están agotados de llorar. Finalmente él se dirige a ti y dice: "Me siento miserable, ¿para qué tengo que seguir viviendo?".

¿Qué podrías tú decirle?

De repente tienes un momento de inspiración.

"Señor, si además de todos sus problemas usted sería ciego, ¿se sentiría mejor o peor?".

"Ciertamente me sentiría peor".

"Entonces, ¿definitivamente saltaría?".

"Por supuesto".

"Ahora imagine que está a punto de saltar y de repente ocurre un milagro. Puede ver! Puede ver a las personas, el sol, las nubes, los pájaros en el cielo! ¿Usted saltaría o esperaría una semana más para poder dar una vuelta y ver más cosas?".

"Yo supongo que pasearía durante una semana".

"¿Pero que ocurrió con todas sus desgracias?".

"Qué me importa eso. Ahora puedo ver!".

Si tú realmente aprecias que puedes ver, entonces todos tus malos momentos son nada. Por otro lado, si tú das por sentado todo lo que tienes, nada que vayas a recibir en la vida te brindará felicidad eterna.
El secreto de la felicidad es realmente apreciar lo que tienes.


Cuenta Tus Bendiciones

Hazlo de la siguiente manera:

Todos tenemos un primo o una tía a quien le gusta quejarse. Llamémosla Tía Sofía. La próxima vez que visites a la Tía Sofía y ella quiera contarte durante dos horas todas sus desgracias, dile muy respetuosamente: "Tía, yo he venido a sufrir contigo, pero antes de que suframos, por favor cuéntame acerca de cinco cosas que te dieron placer el día de hoy".

"¿Placer? ¿Qué placer?!".

"Tía, yo me voy a ir ahora mismo si tú no compartes conmigo algunos de los placeres que has vivido el día de hoy!". Ella no tendrá salida. "Dime, ¿has tomado una taza de café esta mañana?".

"Si, tomé café".

No te conformes con esta contestación. Haz que ella comparta el placer contigo.

"¿Haz cerrado los ojos para poder disfrutar del rico aroma? ¿El café estaba caliente y dulce? ¿Te dio energías?".

Revive el placer con ella. Ella tendrá que hacerlo puesto que quiere satisfacer tu requerimiento y así poder comenzar con sus quejas.

"Bueno, fue dulce y rico" - ella dice.

"¿Ahora, puedo quejarme?".

"No todavía, tía Sofía. Cuéntame otras cuatro cosas".

"Yo no he vivido ninguna otra!".

"¿Te has lavado la cara en la mañana? ¿Has tomado una ducha caliente? ¿Te hizo sentir bien? ¿Has estado bajo el sol durante el día?".

Revive esos placeres con ella. Después de hacerla experimentar cinco placeres, sus quejas serán mucho menos amargas.


Comparte con Tu Familia y Amigos

Apreciar los placeres que tenemos es simple y efectivo. Cada noche cuando te sientes con tu esposo o esposa, hablen sobre cinco placeres que hayan vivido ese día cada uno. Incorpora esto a tu rutina familiar y practícalo con tus hijos también. Eventualmente toda la familia estará constantemente pensando sobre los placeres que compartirán en la noche.

Ahora ve y comparte este secreto.

 



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