RESUMEN DE LA PARASHA BAMIDBAR
La Parashá Bamidbar marca la apertura del cuarto libro de la Torá y comienza con el relato de un censo ordenado por Dios. Moisés recibe instrucciones de designar a un líder o máximo delegado de cada tribu, conocido como «nasí», para guiar y representar a sus respectivas tribus y hacer un censo militar.
Se describe el número de hombres mayores de 20 años y menores de 60 es decir, aptos para la guerra, de cada tribu. También se asignan deberes especiales a los levitas, quienes no participan en la guerra, sino que se ocupan de todos los aspectos rituales y logísticos del mantenimiento, la construcción y el transporte del Mishkan, o Tabernáculo, como se verá más abajo.
La Torá presenta los resultados del censo de cada tribu, excluyendo a la Tribu de Leví, que se contará por separado:
Tribu de Rubén: 46,500
Tribu de Shimón: 59,300
Tribu de Gad: 45,650
Tribu de Yehudá: 74,600
Tribu de Isajar: 54,400
Tribu de Zebulún: 57,400
Tribu de Efraim: 40,500
Tribu de Menashé: 32,200
Tribu de Binyamín: 35,400
Tribu de Dan: 62,700
Tribu de Asher: 41,500
Tribu de Naftalí: 53,400
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El total de hombres en edad de servicio militar era de 603,550.
Dios encomienda una tarea especial a los hombres de la tribu de Leví: cuidar del Mishkán (Tabernáculo) y sus utensilios. Esta responsabilidad implica desmontar y transportar el Mishkán cuando el pueblo se muda de un lugar a otro, así como reconstruirlo cuando acampan. A los levitas se les ordena ubicar sus tiendas en el centro del campamento, más cerca del Mishkán, mientras que las demás tribus residen a su alrededor, organizadas de acuerdo a sus respectivos grupos y formación militar.
Luego, Dios le pide a Moisés que realice un censo separado de la Tribu de Leví, y el recuento final fue de 22,000 individuos. La Torá también proporciona detalles sobre las tareas específicas asignadas a cada una de las tres familias de la tribu de Leví: las familias de Guereshón, Quehat y Merarí.
Al final de la Parashá se menciona que HASHEM establecerá a los levitas como Sus sacerdotes en lugar de los primogénitos, como era la costumbre en aquellos tiempos. Se lleva a cabo una «ceremonia de redención» llamada «pidiyón», que sigue siendo una práctica observada para dispensar del servicio sacerdotal a los primogénitos varones hasta el día de hoy.